jueves, 24 de febrero de 2011

CREACIONES LITERARIAS

TATUAJE

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Marta esperaba como todos los años la llegada del verano. Era la única posibilidad de salir de la rutina, del aburrimiento que suponía para ella vivir en un pequeño pueblo costero donde siempre veía las mismas caras. En verano el pueblo se llenaba de turistas que llegaban en sus barcos y atracaban en el pequeño puerto deportivo que allí había. Marta trabajaba en la tienda de souvenirs del puerto que solamente abría en verano. Allí era donde ella solía enamorarse de algunos de los turistas que por allí pasaban y con los que durante algunos días vivía su pequeño romance y entre besos y abrazos soñaba que el sería el que la sacaría de ese pueblo donde solo volverían en verano.
Pero ese verano tenía el presentimiento que sería diferente, que terminaría conociendo al que sería su principe azul. Cuando esa mañana abrió la tienda no se lo podía creer. Ante ella estaba el chico más guapo que había viso en su vida. Era alto rubio, ojos verdes  y tenía una sonrisa maravillosa. Compró un mechero, le preguntó a Marta su nombre y algunas cuestiones relacionadas con el pueblo.
Él le dijo que se llamaba Paolo, era italiano y estaba recorriendo con su pequeño barco las costas españolas. La invitó a tomar una copa cuando ella terminara en la tienda. Vino a recogerla al terminar ella el trabajo y charlaron animadamente. Así fueron sucediendose los días y Marta acabó enamorandose perdidamente de Paolo. Lo que más le llamaba la atención a Marta en  esas noches de pasión era su tatuaje en su brazo derecho en forma de corazón pero sin nombre y al preguntarle ella el motivo de ese corazón  anonimo, el le decía que no había aparecido la persona adecuada,  hasta ahora , para poner dentro del corazón su nombre. El día anterior a su marcha el le propuso acompañara en su recorrido por los pueblos costeros. Ella entusiasmada le dijo que sí pensando que era la única posibilidad de salir de ese tedioso pueblo. Hizo las maletas ilusionada y sin despedirze de nadie se fue camino del puerto y al llegar ni estaba Paolo ni su barco. Bueno pensó ella para consolarse : El año que viene seguro que aparecerá ese rubio que tanto espero. 

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